DARKTHRONE
Astral Fortress

Siempre es un gusto tener nuevo material de DARKTHRONE. Estos compas, sin ir muy lejos de sus raíces, saben cómo encantar y sonar chacales dentro de sus propios márgenes y reglas, y reinventarse sin recurrir a muchos artilugios; solo les toca escarbar un poco más su entorno para ir encontrando nuevos matices y sonoridades. Y siento que "Astral Fortress" no decepciona en esto.

El vigésimo álbum de estudio del dúo noruego nos trae, en estos 7 temas, un popurrí de proto-Black, Doom tradicional y unos toques del Heavy Metal más oscuro, y que me lleva a compararlo con "Panzerfaust" (1995), pero con un ritmo más lento, quitado de revoluciones, acercandolo más a lo demostrado por CELTIC FROST, donde incluso el resultado de la voz te recuerda bastante al maestro del 'Ugh!', don Thomas G. Warrior. También me recuerda a los primeros trabajos de TROUBLE en su profundidad. Aunque, claro, sacándole los solos de guitarra.

La voz de Nocturno Culto pareciera venir amplificada desde el interior de una profunda caverna perdida en los páramos de hielo del norte, rodeado de estalactitas y estalagmitas. El sonido Punk/Black y la voz carraspeada ya quedaron atrás; aquí todo es más pausado, profundo y ambiental, donde incluso hay presencia de sintetizadores acompañando este ritual de media cadencia, algo que ya habían incorporado en "Eternal Hails..." (2019) y resulta la raja.

Por otro lado, excelentes pasajes de riffs y baterías complementan perfectamente esa sensación de 'gélido ambiente' que se siente bien marcado, pero sin sonar tedioso.

Para concluir, le doy el pulgar arriba a este disco, creo que es muy bueno en lo que plantea y cómo lo ejecuta. En general todos los temas pegan bien y tienen su gracia, pero si tengo que destacar, voy con "Caravan of Broken Ghosts", "Impeccable Caverns of Satan" y "The Sea Beneath the Seas of the Sea".

Me gusta bastante el sonido que vienen trabajando Fenriz y Nocturno Culto, y como siguen su camino sin dejar de tener su sello personal, cosa que no muchas bandas logran al atreverse a ir cambiando con el tiempo. Aquí todo queda muy bien colocado y funciona como relojito suizo (o en este caso, noruego). Simple, pero oscuramente profundo. Doom on!

Por Hernán González U.

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